Por el Imperio del Derecho / Centro de Estudios Jurídicos
Cada vez que hay una elección en el gremio de abogados para candidatos a la Corte Suprema de Justicia o el Consejo Nacional de la Judicatura, comienza a circular una multitud de textos anónimos denigrando a los candidatos que no son propuestos por la Asociación de Abogados de El Salvador. Tan pronto empiezan a circular, cientos de abogados comentan: “Ya empezó otra vez Nelson García”. Aún cuando no haya pruebas de quién es el autor, miles de abogados tienen la íntima convicción de que algo tan bajo solo puede provenir de una persona y de su grupo.
Ahora, García Córdova ha enviado a la Asamblea Legislativa una nota firmada, en su calidad de miembro de la Junta de Gobierno de la referida asociación, acusando al doctor Benjamín López Beltrand, uno de los candidatos a miembro del Consejo, persona íntegra e intachable, de tener un juicio pendiente por desfalco a una entidad financiera. La única prueba que presenta de sus dichos es una fotocopia de un dictamen contable, en la que se advierte su alteración, pues ha combinado en la misma los textos de dos documentos escritos con máquinas que tienen tipos diferentes. (Esto nos recuerda cuando en el año 1984 se falsificó un boletín del Centro de Estudios Jurídicos, con la misma técnica, con objeto de denigrar al doctor René Hernández Valiente, entonces candidato a magistrado, y se envió a todos los diputados; en esa ocasión, la procedencia fue fácil de determinar, pues el texto había sido enviado desde el fax cuyo número había proporcionado a la FEDAES para recibir comunicaciones, el representante de la asociación del doctor García.)
Ha sido fácil probar que no existe ningún proceso contra el candidato aludido, quien en realidad fue quien promovió acción para que el delito fuera perseguido, pero algunos diputados parecen haber atendido los dichos del señor García, sin haberlo oído o conocer las pruebas de descargo.
El señor García Córdova fue durante muchos años el abogado más controvertido del gremio. Su deplorable conducta personal era del dominio público y su actuación profesional le valió numerosas denuncias y provocó escándalos de magnitud. Sin embargo, es el abogado más condecorado de la historia del país y ha ocupado gran cantidad de cargos públicos, gremiales y académicos; hasta una facultad de Derecho llevó su nombre. Después de la exhibición de una mínima parte de los videos decomisados en su oficina y divulgación del contenido de otro material, nadie puede tener dudas de su calidad personal, pero tal como lo predijimos desde un principio, no le han faltado defensores, nuestro sistema judicial lo exoneró de todo cargo, sin que protestara más que un pequeño grupo de mujeres, y ha salido, con la Biblia en la mano y el apoyo de algunas de sus coestrellas del video y otros individuos, a ocupar la presidencia de la Asociación de Abogados de El Salvador, una institución que alguna vez fue respetable, pero que ha sido un instrumento en manos de García y su círculo durante muchos años (el mismo lugar donde se realizó el decomiso de videos debía ser el local de la asociación). Afortunadamente, hay un grupo dentro de la asociación que espera moralizar las cosas.
Algo grave pasa en El Salvador cuando los responsables de los hechos más reprobables salen impunes de todas las dificultades que se causan y la sociedad no los hace acreedores ni siquiera a una sanción moral. Se habla mucho de la pérdida de valores, pero nadie toma medidas sobre esto y se permite que tales individuos estén en posiciones que deberían implicar gran respetabilidad. Esto es responsabilidad de los que directamente los elevan a esas posiciones, pero también de los que los toleran. El gremio de abogados y los organismos encargados de la vigilancia profesional, que debían moralizarlo, permanecen apáticos e indiferentes.