Centro de Estudios Jurídicos
No hay duda de que la clave para que las personas y las empresas operen y prosperen en los mercados abiertos del comercio internacional es ser competitivo. La pregunta relevante es cómo serlo, porque se empieza aceptando que aún no lo somos.
Hoy, ya finalizada la negociación del TLC con E.U.A., el nuevo presidente de Guatemala quiere que se haga una revisión en la parte agrícola. Esperamos ver y opinar sobre el texto negociado del TLC; allí esperamos que se consigne, por ejemplo, el trato sobre las triangulaciones, peligro que preocupa a quienes no son sinceros en lo que es libre comercio, como dijo para “Libertad Digital” el fundador de la universidad Francisco Marroquín de Guatemala, Manuel F. Ayau, en su artículo “Libre Comercio”.
El distinguido académico señaló: “A las personas que intercambian no les interesa el origen del producto sino su calidad y precio. Por ejemplo, el Volvo 780 es supuestamente un auto sueco, pero la empresa fue adquirida por Ford de E.U.A.; tiene un motor hecho en Francia, transmisión japonesa, aire condicionado de Estados Unidos, electrónica alemana, válvulas de control de Singapur, ejes suecos, llantas de Irlanda, escape del Canadá, antena automática de Taiwán, componentes eléctricos de Corea del Sur, diseño y ensamble italiano”; muy a propósito para nuestra industria maquiladora y de ensamble.
La aplicación de ciencia y tecnología que trae competitividad explica que países con altos índices de calidad de vida no sean necesariamente los que tengan más petróleo o la mano de obra más barata.
Para que El Salvador obtenga ventajas de competitividad sostenibles, debe de pasar por reformas políticas. El CEJ ha insistido en éstas, a fin de que el Estado y sus administradores (Gobierno) aseguren un marco de estabilidad política, social y económica con seguridad jurídica, con reglas de juego muy claras y permanentes, con un eficaz y confiable sistema de justicia y de seguridad ciudadana.
En un país reducido a 20 mil kilómetros cuadrados de extensión, con derechos del mar, compartidos en el golfo de Fonseca, la inteligencia, el capital humano es más que relevante. Sólo con el estudio, la innovación, la ciencia y tecnología por aplicarse urgentemente, podríamos tener mejores precios para nuestros productos; así como lograr una mayor calidad y diferenciación de bienes y servicios en los procesos de gestión. Esto de la innovación, es función directa del conocimiento; y el que logremos esto y se tenga éxito, depende inicialmente de la organización de la oferta de recursos humanos, de la inteligencia dispersa que aunque poca, ciertamente la hay.
Queremos saber qué piensan o qué se proponen hacer sobre este tema los candidatos presidenciales. La oferta de capital humano que tiene El Salvador está difusa; Chile, paradigma en consultores internacionales y país líder en desarrollo en Latinoamérica, cuenta con un profundo estudio de su capital humano y de sus innovaciones, realizado por la universidad Adolfo Ibáñez. Debemos aglutinar y censar a nuestro capital humano, para que trabaje coordinado; es una tarea inmediata, lo hacemos y bien en cinco años, o no salimos adelante.
Se debe dar importancia estratégica fundamental, a la coordinación de la ciencia y tecnología, al sistema educativo, al sector productivo del país, hacia y por la formación incluyente de un sistema futuro de innovación productiva e integrada. Esto sería de gran ayuda a la pequeña y mediana empresa, para acceso rápido al conocimiento práctico tecnológico.
Resulta vital que el nuevo Gobierno genere las condiciones para esta alianza de estrategia acelerada, para dotar de presupuesto e independencia al ente de Ciencia y Tecnología y que se propicien los servicios básicos tecnológicos, horizontales abiertos y libres; interacción de carreras productivas de valor y alfabetismo digital acelerado, tratamiento heroico en el quinquenio de 2004 a 2009.