Centro de Estudios Jurídicos
El día de ayer se celebraron las elecciones para concejos municipales y diputados a la Asamblea Legislativa. El pueblo ha manifestado su voluntad, se ha pronunciado y ha enviado a los políticos los mensajes que quería enviar. En virtud de ello, un grupo de ciudadanos tiene en sus manos la misión de dirigir los destinos del país y de las comunidades que lo integran durante los próximos tres años. Tienen en sus manos una labor privilegiada, pero con las más graves responsabilidades. Dentro de tres años el pueblo podrá verlos como héroes o habrá un estigma sobre ellos. Como siempre que tenemos nuevos funcionarios estamos esperanzados; les pedimos patriotismo, que no nos decepcionen, que trabajen por los intereses de todos y no solo por los de un pequeño grupo o personales.
Uno de los primeros actos de los nuevos diputados nos demostrará sus intenciones verdaderas y si han llegado al puesto para hacer una diferencia, para trabajar por nuestro país o si han ocupado el cargo por razones nada loables. Se trata de la elección de los magistrados de la Corte Suprema de Justicia que sustituirán a los cinco miembros del tribunal cuyo período ha concluido y quienes tendrán, durante los próximos nueve años, la facultad de decidir sobre la vida y sobre los demás derechos de los salvadoreños. Por sexta vez, el Departamento de Estado norteamericano ha emitido su informe sobre la situación de los derechos humanos en el país y por sexta vez se repite que el sistema judicial es corrupto e ineficiente y esta es una opinión que coincide con la de todos los observadores serios; el hecho de que el diagnóstico se repita uno y otro año, sin variación, es indicativo de que no se hace lo necesario para resolver el problema. Es el momento de cambiar las cosas y esto está en manos de los diputados.
Los candidatos a magistrados de la Corte, sin embargo, salen de una lista que elabora el Consejo Nacional de la Judicatura, la mitad de los cuales provienen de los aportes que hace el gremio de abogados en una elección que se celebrará el próximo sábado. Esta también es una prueba de fuego, aunque para los profesionales del Derecho en el país.
Los diputados solo pueden elegir de entre los candidatos que les propongan los abogados del país. Cae sobre estos, entonces, la responsabilidad de elegir a los más capaces, a los más honestos, a los mejor preparados. El gremio no siempre ha estado a la altura de esta responsabilidad y a veces ha electo a personas que no tienen los conocimientos ni reúnen los requisitos de moralidad indispensables para ocupar el cargo.
Nuevamente esto puede pasar. Sabemos de quienes han hecho campaña prometiendo toda clase de prebendas personales; nada más degradante para el gremio de abogados. Como en años anteriores se han presentado como candidatos personas que pueden ser tachadas y son notorias por su falta de moralidad, por su ignorancia o incapacidad, por su evidente intención de politizar un tribunal que debe ser un ejemplo de imparcialidad e independencia. El gremio lo sabe y debe cumplir con su obligación, e inmenso privilegio a la vez, con conciencia de su altísima responsabilidad; está en manos de los abogados el destino del país.
El Centro de Estudios Jurídicos hace a todos nuestros colegas un llamado a acudir a las urnas el próximo sábado y a hacerlo teniendo en cuenta los principios de decencia y moralidad que deben guiarnos. Les presentamos también una planilla de candidatos que reúnen las cualidades intelectuales y morales que son necesarias para ocupar la más alta magistratura del país. Cumplamos con nuestro deber y no decepcionemos al pueblo salvadoreño. No solo algún día nos lo reclamará; por nuestro propio interés no podemos cometer el error gravísimo de elegir a los candidatos inadecuados.
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