Fiel a los principios gremiales y de solidaridad entre sus socios, el Centro de Estudios Jurídicos quiere compartir el sentimiento de pesar que embarga a esta institución, ante el reciente fallecimiento del Dr. Felipe Francisco Umaña hijo, quien, en los últimos treinta años, ha sido uno de los miembros más distinguidos y ex directivo del Centro de Estudios Jurídicos y frecuente colaborador de esta columna. Sus aportes a esta generalmente se convertían en artículos que se distinguían por las punzantes y pertinentes preguntas que planteaban a la sociedad, del tipo que muy pocos hacen en este país, y que conducían a hacerse un cuestionamiento moral sobre graves asuntos de la vida nacional.
El Dr. Umaña hijo siempre tuvo una exitosa práctica profesional, dejando, además, una trayectoria de honestidad y brillantez profesional, combinada con actividades académicas destacadas y de consultoría muy apreciadas. Fue abogado de importantes empresas comerciales y asesor de diversas gremiales de la empresa privada, de organismos estatales, y miembro de juntas directivas de diferentes instituciones oficiales autónomas. Participó en múltiples movimientos cívicos y desarrolló una gran labor intelectual, sobre todo como director del Departamento de Estudios Legales de la Fundación Salvadoreña para el Desarrollo Económico y Social (FUSADES), que dirigió durante diecisiete años y transformó en el prestigioso centro de pensamiento que es ahora.
Fue un verdadero patriota que amaba a su país, trabajó arduamente por su bienestar y no esperó nunca ninguna recompensa a cambio. Su capacidad, sus dotes y sus relaciones personales, sociales y profesionales, le hubieran permitido ocupar cualquier cargo que hubiera deseado, pero él nunca lo buscó deliberadamente; y cuando se los ofrecieron no los aceptó, prefiriendo siempre una posición de independencia, de total rectitud y de probidad. Aunque fue laureado por sus méritos en algunas ocasiones, tampoco buscó distinciones; no era amigo de la adulación, la hipocresía y la duplicidad moral.
Su pasión fue la construcción de un estado de derecho en el país y el estricto respeto a la Constitución, por lo cual luchó denodadamente; y su apego a la verdad y a los valores éticos y jurídicos consagrados en nuestra ley primaria le valieron, en muchas ocasiones, la animosidad de quienes buscan al Estado como un medio para servirse del pueblo y no para servirlo. Fue promotor de la reforma tributaria, de las leyes de privatización y de la transformación de los servicios públicos del país, de los sistemas de protección al consumidor y de la libre competencia, de protección del medio ambiente y de los medios alternativos de solución de conflictos. Nunca se tapó los ojos ante los errores y las limitaciones de los sistemas y las leyes que impulsó, fue un acerbo crítico de estos defectos.
Tenía una personalidad multifacética, que enriquecía la vida de los que con él se relacionaban. Fue un deportista destacado y su principal afición era la equitación; fue presidente de la Federación de Ecuestres y ganó varios premios nacionales e internacionales en esta rama, pero sus intereses eran muy numerosos. Era un amante de las bromas, la lectura, la tauromaquia, las innovaciones tecnológicas, especialmente informáticas, etc.
Sabemos que el Dr. Umaña hijo goza actualmente de las justas recompensas que corresponden a una vida que no fue egoísta, que sirvió desinteresadamente a los demás, que estuvo llena de buenas acciones y excelentes intenciones. El Salvador ha sufrido la pérdida de un ciudadano valioso, que merece ser señalado como ejemplo a las jóvenes generaciones. Si tenemos que describir al Dr. Umaña hijo en una sola frase, diremos: Fue un hombre bueno.
Al presentar a la familia del doctor Umaña hijo nuestro más profundo sentimiento de pesar y tristeza, debemos expresar que, en verdad, nuestro país ha perdido un gran hombre de leyes; su familia, a un hijo, esposo y padre ejemplar; y, nosotros, a un entrañable amigo.