Centro de Estudios Jurídicos / Por el Imperio del Derecho
Nos encontramos en la víspera del cierre de otro año y como nos sucede siempre, nos invaden sentimientos, preocupaciones, inquietudes, angustias y achaques, respecto de lo que nos depara el futuro. Pero para este año venidero, esa mezcla de pensamientos y otros se ve muy agudizada, posiblemente para la mayoría de los salvadoreños. Son una minoría los que se sienten optimistas y seguros para iniciar el dos mil diez.
No es para menos, dadas las circunstancias acaecidas este año que finaliza, los salvadoreños hemos vivido una camándula de hechos difíciles de sobrellevar.
La crisis económica mundial, que se supone ya hubo tocado fondo este año y ojalá así sea, golpeó a nuestros compatriotas en el exterior y consecuentemente disminuyeron sustancialmente las abnegadas remesas giradas a sus familiares. Ello por supuesto tuvo su efecto inmediato aquí en muchas personas acostumbradas a recibir su dinerito cada mes.
Además, esa crisis devastadora a escala mundial, entre algunos de los otros efectos, ha dejado sin empleo a miles y miles de personas; los salvadoreños no han sido inmunes a tal padecimiento.
Todo lo que a los cuscatlecos les ha tocado vivir en su terruño ha sido de verdad angustioso; si no es por una cosa, es por otra, pero nadie se ha salvado. A cada cual le ha tocado una cuota, ya sea que haya sido víctima de una extorsión, ya sea que haya perdido su trabajo a raíz del cambio de gobierno o a seres queridos por causa de la delincuencia. Peor aún, aquellos que han perdido seres queridos, su casa y todas sus pertenencias, por hechos criminales o por el devastador fenómeno natural que castigó nuestro territorio, e incluso habrá aquellos a los que les han pasado todos esos males en un “combo”.
En la esfera política, por primera vez el Poder Ejecutivo (“Órgano” para quienes prefieren tal terminología) es conducido por un partido político de izquierda, balanceado en teoría, por la moderación que le introduce el presidente del país y su equipo de amigos colaboradores. Sin embargo, a muchos salvadoreños les asusta la dualidad del discurso que los representantes del Ejecutivo están manejando, en aspectos determinantes para todos los salvadoreños, que pudieron haber valorado de haberlos conocido antes de emitir su voto, tanto a favor o en contra del FMLN o de ARENA, o de cualquiera de los partidos minoritarios.
Por otro lado, el partido de derecha ha sido el protagonista de una lucha interna feroz, a raíz de la cual han salido a relucir tantos temas de falta de probidad, que ya los salvadoreños no saben a quienes o en quienes creer. Como se dice en buen castellano, “se han sacado los trapos al sol” y no han aplicado el dicho “la ropa sucia se lava en casa”.
Lo cierto es que siempre los puntos claves vuelven a saltar a nuestra vista: la evidente corrupción, impunidad, la falta de seguridad ciudadana, seguridad jurídica, prevención y en general, institucionalidad en el país, son los aspectos que se han vuelto el pan de cada día para los salvadoreños.
Pese a este sombrío escenario, salta también a la vista, el espíritu combativo y la sabiduría natural que caracteriza a este valiente pueblo, que lucha contra las adversidades y al que no tan fácil se le engaña. Ello constituye la fuente generadora de un optimismo para el inicio del otro año. Ese pueblo que constituye la sociedad y el elemento humano del Estado de El Salvador debe permanecer vigilante, alerta, activo y ejercer el control social, en busca de la superación de las causas estructurales que le ocasionan grave daño.
El Centro de Estudios Jurídicos se compromete a seguir siendo un instrumento de control social y el centinela del imperio del derecho el próximo y en años futuros.