lunes, 5 de julio de 2010

El Día del Abogado

Centro de Estudios Jurídicos / Por el Imperio del Derecho


El 30 de junio pasado se celebró el Día del Profesional del Derecho, lo que hace propicia esta columna que nos brinda LA PRENSA GRÁFICA para reproducir en la plenitud de su majestad el mensaje para los abogados de Angel Ossorio y Gallardo, y el Decálogo que lo complementa.


La sensibilidad del eminente pensador español sobre los principios de conducta a los que debe ceñirse todo abogado constituye una excelente lección de ética profesional, y dignifica en toda su magnitud el ejercicio de esta carrera liberal, cuya finalidad es propiciar la justicia por medio del imperio del derecho, precisamente el lema que anima al Centro de Estudios Jurídicos, CEJ, en su gestión gremial, en la lucha que desarrolla en nuestro querido país, en especial mediante esta página semanal, ya de larga data.


“EL ABOGADO”


Hacer justicia o pedirla –cuando se procede de buena fe, es lo mismo–, constituye la obra más íntima, más espiritual, más inefable del hombre. En otros humanos actúan el alma y la física, el alma y la economía, el alma y la botánica, el alma y la fisiología; es decir, un elemento psicológico del profesional y otro material y externo. En la abogacía actúa el alma sola, porque cuanto se hace es obra de la conciencia y nada más que de ella. No se diga que operan el alma y el Derecho, porque el Derecho es cosa que se ve, se interpreta y se aplica con el alma de cada cual; de modo que no yerro al insistir en que actúa el alma aislada.


Pues si toda la labor ha de fraguarse en nuestro recóndito laboratorio, ¿cómo hemos de entregarnos a ningún elemento que no esté en él? En nuestro ser, sólo en nuestro ser, hállase la fuerza de las convicciones, la definición de la justicia, el aliento para sostenerla, el noble estímulo para anteponerla al interés propio, el sentimentalismo lírico para templar las armas del combate... Quien no reconozca en sí estos tesoros, que no abogue; quien por ventura los encuentre, que no busque más ni atienda a otra cosa.


En el abogado la rectitud de la conciencia es mil veces más importante que el tesoro del conocimiento. Primero es ser humano; luego, ser firme; después, ser prudente; la ilustración viene en cuarto lugar; la pericia, en el último.


No. No es médico el que domina la fisiología, la patología, la terapéutica y la investigación química y bacteriológica, sino el que, con su cultura como herramienta, aporta a la cabecera del enfermo caudales de previsión, de experiencia, de cautela, de paciencia, de abnegación.


Igual ocurre con los abogados. No se hacen, con el título de Licenciado, sino con las disposiciones psicológicas, adquiridas a costa de trozos sangrantes de la vida”. (Angel Ossorio y Gallardo)


“DECÁLOGO DEL ABOGADO”


-No pases por encima de un estado de tu conciencia.


-No afectes una convicción que no tengas.


-No te rindas ante la popularidad ni adules la tiranía.


-Piensa siempre que tú eres para el cliente y no el cliente para ti.


-No procures nunca en los Tribunales ser más que los magistrados, pero no consientas ser menos.


-Ten fe en la razón que es lo que en general prevalece.


-Pon la moral por encima de las leyes.


-Aprecia como el mejor de los textos el sentido común


-Procura la paz como el mayor de los triunfos.


-Busca siempre la justicia por el camino de la sinceridad y sin otras armas que las de tu saber”.


Los profesionales del derecho debemos enaltecer el espíritu que consagra estos mandamientos de conciencia y ponerlos en práctica.


La probidad y la transparencia en nuestra sociedad son metas por las que debemos esforzarnos.


No hay comentarios: