Después de infinidad de estudios, recomendaciones y peticiones, cualquier ciudadano creería que por fin los salvadoreños elegiremos a los diputados en 2009.
Sin embargo todas las señales indican lo contrario. Cómo gritan los abundantes análisis políticos y jurídicos: “Estos ya fueron o serán nombrados por las cúpulas de los partidos políticos siguiendo el sistema de listas cerradas o bloqueadas, el principio de la democracia del reenganche y la condición de fidelidad y absoluta sumisión a las directrices que impone la misma cúpula partidaria. Actualmente los salvadoreños solo votamos al marcar sobre la bandera y el símbolo del partido y por la planilla elaborada por los más influyentes del instituto político”.
A los partidos políticos probablemente solo les interesa una virtud de los candidatos: la obediencia a la cúpula partidaria. Parece importar poco la instrucción notoria o la solvencia moral o si el candidato está relacionado o no con el narcotráfico, y por supuesto es irrelevante que en su cargo tengan acumulados quince años de estar calentando sus curules sin que hayan emitido ninguna opinión favorable a los intereses nacionales.
Pero lo más grave, es que de estas flamantes figuras depende la institucionalidad del país, porque ellos nombran después de “muchos enjuagues debajo de la mesa” a quienes ocupan los cargos de fiscal general de la República, presidente y magistrados de la Corte de Cuentas, procuradores y magistrados de la Corte Suprema de Justicia, etc., reproduciendo esa obediencia y sumisión al partido. Si los diputados según la Constitución representan al pueblo entero y no están ligados por ningún mandato imperativo, otros funcionarios están obligados a actuar con independencia, sirviendo al pueblo y cumpliendo la Constitución.
El lamentable que se hayan desatendido las recomendaciones certeras y positivas de prestigiosos académicos, como el politólogo Dr. Manuel Alcántara Sáez, que en su obra “Las Instituciones Democráticas en El Salvador: Valoración de Rendimiento y Plan de Fortalecimiento”, encargada por FUSADES, con el apoyo de España, se refiere a las elecciones y el sistema electoral, sosteniendo: “En cuanto a la representación, el sistema electoral es mejorable en aquellos aspectos en los que refleja mayores niveles de ineficiencia, como es el caso de un exceso de verticalismo y poder de las cúpulas partidistas, que se encuentra entre uno de los determinantes posibles de la percepción de distanciamiento entre los representantes y los electores. La lista abierta se ha convertido en los últimos años en la panacea para la solución de buena parte de los problemas de la democracia en América Latina”.
También los diputados han visto con indiferencia los anteproyectos de ley presentados por la Concertación Democrática Nacional en febrero pasado, en los que solicitan la adopción del sistema de listas abiertas o desbloqueadas, para escoger o elegir diputados y efectuar de esta manera una auditoría sobre las actuaciones legislativas de los padres de la patria, así como la despartidización del Tribunal Supremo Electoral para que refleje trasparencia y credibilidad. No deben ser los partidos políticos sino los ciudadanos u otras instituciones los que garanticen la transparencia de las elecciones. Por ejemplo, en Guatemala se integra el Tribunal Supremo Electoral mediante listas de abogados que elaboran la Universidad de San Carlos, la Barra de Abogados, etc., que someten al Congreso para ser elegidos. Costa Rica y Uruguay integran su organismo electoral con magistrados no partidarios. En Panamá, se integra por tres abogados uno por cada órgano principal del Estado. En Brasil y Argentina, son jueces electorales que dependen del Poder Judicial.
Estas reformas son urgentes para mejorar nuestra débil institucionalidad. En el caso de las listas abiertas no se necesita reforma constitucional, sino que basta un simple acuerdo político de mayoría.
2 comentarios:
Debe aplicarse un sistema de “listas abiertas” para elegir diputados y hay que seguir abogando por ello hasta que los políticos actuales renuncien a sus privilegios.
Con el Tribunal Supremo Electoral, estoy de acuerdo que sea una institución más plural en el sentido que debe incluir a los profesionales de derecho y a representantes de la sociedad civil, pero no debe prescindirse de la participación directa de magistrados designados por los partidos políticos porque de no incluirse éstos, daría lugar a especulaciones de fraudes después de cada proceso electoral lo que a la larga debilitaría nuestro sistema democrático porque le restaría credibilidad. Al estar representados los partidos políticos, éstos no pueden alegar discrecionalidad, ni falta de transparencia ya que tienen gente de su entera confianza en las magistraturas del TSE.
Los abogados, jueces o representantes civiles no serán miembros de partidos pero eso no los exime de preferencias políticas específicas.
Amigos del CEJ, en relación al tema, déjenme decirles que actualmente promovemos ante la Sala de lo Constitucional un proceso de inconstitucionalidad de los ART. 216, 238, 239, INC. 1°., 253-C, INC.3°. Y 262, INC. 6°. DEL CÓDIGO ELECTORAL, buscando se declare la inconstitucionalidad de la lista cerrada con que se elijen a los diputados; dicho proceso tiene asignado el número 106-2007. Esta acción responde a la necesidad del cambio del sistema de candidatura, lo cual difícilmente harán los diputados.
El planteamiento general de dicha demanda estriba en que con el establecimiento por parte del legislador del sistema de planillas de lista cerrada y bloqueada, de cara al electorado, se pone en situación de desventaja a unos candidatos -los últimos en la planilla- respecto de otros -los primeros en la planilla-, pues este sistema no permite que además de existir la competencia “entre candidatos de distintos partidos” haya una competencia “intrapartidaria” –entre los candidatos del mismo partido-, teniendo éstos en consecuencia, menos posibilidades de ser electos.
En este sentido, para los candidatos a diputados de un mismo partido la ley electoral, con el sistema de lista cerrada, establece una desigualdad -orden de precedencia- entre ellos, no existiendo, objetivamente, entre éstos divergencias que deban considerarse relevantes para ocupar el primer o el último lugar en la lista, lo que implica que éste es un tratamiento, por parte del legislador, desigual carece de razón suficiente para ser válido. Es así que los candidatos ubicados al final de la lista propuesta por su partido en una circunscripción, no tienen la posibilidad real de competir en igualdad de circunstancias con los primeros de la lista, y por consiguiente sus posibilidades de ser electo se ven drásticamente disminuidas.
Igualmente son discutibles los problemas que para la democracia trae un sistema de candidatura de lista cerrada y bloqueada y el subsiguiente modelo de papeleta de votación, pues, a causa de ello, el elector no tiene opción distinta que depositar el voto en el orden y con los candidatos en ellas incluidos -orden de precedencia-, es decir no se le permite al elector desenvolverse y espontáneamente alterar el orden de los candidatos eligiendo a algunos y excluyendo a aquello que no son de su preferencia.
Es así que en el sistema electoral salvadoreño, el ciudadano que ejerce el voto no tiene la libertad de elegir al candidato de su preferencia, pues existe una influencia externa representada en la selección hecha por los partidos políticos.
Esta influencia externa a la voluntad de los electores los obliga a votar por todos los candidatos propuestos por un partido para una circunscripción electoral y a que en última instancia sean elegidos los candidatos en el orden de precedencia que el partido político dispuso, violentando por lo tanto el voto libre que constitucionalmente está reconocido.
Cualquier comentario hacerlo llegar a este correo: unvistazoalarealidad@yahoo.com… Aprovecho para enviarles el vínculo para mi blog: http://vistazoalarealidadsalvadorena.blogspot.com/
Saludos
Publicar un comentario