lunes, 16 de febrero de 2009

Retos de los nuevos magistrados

Centro de Estudios Jurídicos / Por el Imperio del Derecho


A veces algunos se olvidan que vivimos en el siglo XXI y que el tiempo debió habernos dejado transformaciones importantes en nuestras ideas y realidades, influidos por la propia historia y la del resto del mundo. Nadie en la actualidad aceptaría un acto ofensivo a la nación, como el que hizo el emperador romano Calígula nombrando senador a su caballo.


Aunque los extremos y excentricidades del pasado resultan ahora despreciables, todavía se escuchan voces, ojalá cada vez menos, que mantienen la idea que para ser magistrado se requiere simplemente obediencia a un partido político y que la independencia judicial es rebeldía y oposición al estatus quo.


Tales ideas no se compadecen con los cimientos que deben construirse para apoyar un moderno Estado Democrático de Derecho y por muy poco nos diferencia de civilizaciones primitivas o dictaduras de cualquier signo.


En nuestro país para ser magistrado de la Corte Suprema se requiere según la Constitución: ser salvadoreño por nacimiento, pertenecer al estado seglar, ser mayor de cuarenta años, ser abogado de la República, poseer moralidad y competencia notorias, haber desempeñado una magistratura de segunda instancia durante seis años o una judicatura de primera instancia durante nueve años, o haber obtenido la autorización para ejercer la profesión de abogado por lo menos diez años antes de su elección, y estar en el goce de los derechos de ciudadano y haberlo estado en los seis años anteriores al desempeñar del cargo.


Sin embargo, algunos conceptos deben ser llenados positivamente, como el de moralidad y competencia notorias. Esto debe entenderse como la exigencia de que un magistrado no solo debe ser intelectualmente capaz, impartir justicia con responsabilidad y objetividad, sino cumplir sus deberes con transparencia y administrar justicia de manera imparcial e independiente. Igualmente adquirir un compromiso ético con el sistema judicial al que pertenece. Debe hacer esfuerzo cotidiano y dinámico para mantener los valores y experiencias positivas acumuladas y para transformar las prácticas viciadas.


Es importante que los nuevos magistrados puedan trabajar en equipo con diversas corrientes de pensamiento, incorporándose al engranaje ya existente, dado que el máximo tribunal es de carácter colegiado; pero también es importante que lleven nuevas ideas y modelos de trabajo que promuevan y reanimen la mejora constante del Órgano Judicial.


Deberán lidiar con realidades comunes y de trascendencia política, conocer intereses de ciudadanos comunes y personajes, tratar con los sudorosos y con los frescos, con ciudadanos balanceados y con trastornados, y a pesar de ese contacto deben permanecer ecuánimes al lado de la ley, los principios éticos y la realidad que demanda un Estado con grandes aspiraciones.


Desde luego las funciones de magistrado no solo se reducen a tareas jurisdiccionales, deben realizar trabajo administrativo para el Órgano Judicial y mantener una comunicación fluida y respetuosa con las demás instituciones del Estado, sin olvidar trabajar activamente por mejorar el funcionamiento del sistema en su conjunto.


Todas las asociaciones de abogados están en su derecho y en su deber de aportar propuestas, dignificar la abogacía, enriquecer y difundir el pensamiento jurídico, y contribuir a una responsable y sana administración de justicia. El Centro de Estudios Jurídicos ha planteado como ejes centrales del trabajo de sus candidatos a la Corte Suprema de Justicia la modernización del Órgano Judicial, desburocratizando gestiones, el combate a la retardación de justicia, rescatar y promover la Sección de Probidad de la CSJ, promover la Independencia Judicial, mejorar la confianza nacional e internacional en la CSJ, mejorar investigación de la actividad judicial, profesional y del ejercicio notarial, mayor acceso a la justicia, etcétera, y como eje transversal la transparencia y participación ciudadana.


En nuestra más reciente historia hemos encontrado magistrados y jueces capaces, transparentes e independientes; lo que demuestra que solo falta expandir ese ejemplo y reproducirlo hasta las entrañas, acumulando apoyos y esfuerzos.

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