El pasado lunes 26 de enero del presente año, la Asamblea General del Centro de Estudios Jurídicos nombró a los candidatos a Magistrados de la Corte Suprema de Justicia.
Los candidatos del Centro de Estudios Jurídicos se caracterizan por ser profesionales sobresalientes en distintas ramas del derecho, entre ellos hay jueces, juezas, abogados asesores, abogados en ejercicio libre de la profesión y catedráticos; pero además, son profesionales que están comprometidos con los ideales del Centro de Estudios Jurídicos; y que de ser electos como Magistrados, basaran su programa de trabajo, en los siguientes ejes:
EJES PRINCIPALES DE TRABAJO DE LOS CANDIDATOS DEL CEJ:
1) Modernización del Órgano Judicial, mejorar procesos y desburocratizar gestiones. Combate a la mora judicial y a la retardación de justicia.
2) Rescatar y promover el trabajo de la Sección de Probidad de la Corte Suprema de Justicia.
3) Promover la Independencia Judicial.
4) Mejorar la confianza nacional e internacional en la Corte Suprema de Justicia..
5) Mejorar investigación de la actividad judicial, profesional y del ejercicio notarial. Otorgar mayor apoyo e independencia a las oficinas judiciales e incrementar la publicidad de sus actos.
6) Mayor acceso a la justicia.
EJES TRANSVERSALES:
Transparencia y participación ciudadana. Incluye apertura a los medios de comunicación sobre asuntos de interés público, como el ejercicio del presupuesto de la Corte Suprema de Justicia.
Para conocer detalladamente el perfil de cada uno de los candidatos propuesto por el Centro de Estudios Jurídicos, haga click sobre el nombre de quién desea conocer más:
Centro de Estudios Jurídicos / Por el Imperio del Derecho
Nos acercamos al sábado 7 de marzo, que será la fecha en que todo abogado autorizado podrá ejercer el voto en las elecciones organizadas por la Federación de Asociaciones de Abogados (FEDAES) y elegir a los profesionales que considere más convenientes para el cargo de magistrado de la Corte Suprema de Justicia.
Las paredes, puertas y ventanas de los diferentes centros judiciales del país están inundadas de afiches, fotografías y peticiones de voto por parte de los diferentes aspirantes a magistrados y magistradas. Algunos candidatos compiten con el tamaño de la fotografía, repartiendo obsequios y prometiendo beneficios personales, o asumen un carácter que no han mostrado en la práctica profesional y hacen promesas de hacer lo que siempre han despreciado.
Podríamos escribir una lista extensa de defectos de la elección de las asociaciones de abogados que administra la FEDAES, lo cual amerita futuras reformas; pero hay que resaltar lo positivo y es el hecho de que al menos se conoce públicamente a los que compiten, se pueden valor sus propuestas o falta de estas y el desarrollo del proceso es más o menos de carácter público.
No ocurre lo mismo con la elección que realiza el Consejo Nacional de la Judicatura plagado de secretismo y sospecha. No se sabe el nombre de las personas que compiten ni quiénes de los consejeros votan por determinados candidatos y cuál es el fundamento para hacerlo. La reserva en asuntos de interés público como son los procesos de propuesta y selección de candidatos a magistrado o magistrada a la Corte Suprema de Justicia resulta intolerable. Además en ocasiones anteriores se han dejado por fuera ciertos candidatos de reconocida trayectoria por su capacidad, independencia y honradez y se han colocado en la lista de los elegidos a candidatos relacionados con el mismo consejo o son personas que no se destacan por sus atributos profesionales.
Algunos sostienen que basta un buen proyecto de trabajo y que el candidato no importa. En realidad debe haber un equilibrio entre personas y proyectos. Si bien es importante que se tengan proyectos de trabajo que se ajusten a las necesidades más urgentes de la administración de justicia, el candidato agrega valores necesarios para orientar su actividad en un plano éticamente correcto, que influya positivamente y que comparta sus habilidades o capacidades con los demás, para obtener mejores resultados. El carácter y los atributos pesan. Precisamente hay condiciones materiales que empujan hacia ciertas conductas y la persona proporciona ingredientes para plegarse a lo positivo o negativo.
El cargo de magistrado de la Corte Suprema de Justicia no requiere simple capacidad y moralidad, sino que un nivel destacado de dichos atributos. Mejor si el aspirante ha demostrado a través de casos concretos que no permite influencias de ninguna naturaleza, que tiene capacidad técnica para que las decisiones constituyan garantía de un mejor servicio público de la justicia y que contribuye tenazmente al combate a la corrupción.
La actual Corte Suprema y el Órgano Judicial tienen fortalezas, pero existen debilidades sobre las cuales se requiere trabajar más. Por ejemplo la independencia judicial, el ingreso y los ascensos de los jueces, magistrados y empleados, la reducción de los plazos, la descentralización, la disminución de la carga administrativa, la transparencia y la confianza nacional e internacional, deben ser prioridades. El futuro magistrado debe ser motor del compromiso y actividad de toda la institución para apoyar lo positivo que exista y aportar nuevos puntos de vista y modelos de trabajo Para ello se requiere algo más que sumarse como autómata a un plan positivo existente o creado por otros, debe ser destacado impulsor y participante en lo beneficioso para la administración de justicia y un creador y demandante de aquello que haga progresar la administración de justicia.
Centro de Estudios Jurídicos / Por el Imperio del Derecho
A veces algunos se olvidan que vivimos en el siglo XXI y que el tiempo debió habernos dejado transformaciones importantes en nuestras ideas y realidades, influidos por la propia historia y la del resto del mundo. Nadie en la actualidad aceptaría un acto ofensivo a la nación, como el que hizo el emperador romano Calígula nombrando senador a su caballo.
Aunque los extremos y excentricidades del pasado resultan ahora despreciables, todavía se escuchan voces, ojalá cada vez menos, que mantienen la idea que para ser magistrado se requiere simplemente obediencia a un partido político y que la independencia judicial es rebeldía y oposición al estatus quo.
Tales ideas no se compadecen con los cimientos que deben construirse para apoyar un moderno Estado Democrático de Derecho y por muy poco nos diferencia de civilizaciones primitivas o dictaduras de cualquier signo.
En nuestro país para ser magistrado de la Corte Suprema se requiere según la Constitución: ser salvadoreño por nacimiento, pertenecer al estado seglar, ser mayor de cuarenta años, ser abogado de la República, poseer moralidad y competencia notorias, haber desempeñado una magistratura de segunda instancia durante seis años o una judicatura de primera instancia durante nueve años, o haber obtenido la autorización para ejercer la profesión de abogado por lo menos diez años antes de su elección, y estar en el goce de los derechos de ciudadano y haberlo estado en los seis años anteriores al desempeñar del cargo.
Sin embargo, algunos conceptos deben ser llenados positivamente, como el de moralidad y competencia notorias. Esto debe entenderse como la exigencia de que un magistrado no solo debe ser intelectualmente capaz, impartir justicia con responsabilidad y objetividad, sino cumplir sus deberes con transparencia y administrar justicia de manera imparcial e independiente. Igualmente adquirir un compromiso ético con el sistema judicial al que pertenece. Debe hacer esfuerzo cotidiano y dinámico para mantener los valores y experiencias positivas acumuladas y para transformar las prácticas viciadas.
Es importante que los nuevos magistrados puedan trabajar en equipo con diversas corrientes de pensamiento, incorporándose al engranaje ya existente, dado que el máximo tribunal es de carácter colegiado; pero también es importante que lleven nuevas ideas y modelos de trabajo que promuevan y reanimen la mejora constante del Órgano Judicial.
Deberán lidiar con realidades comunes y de trascendencia política, conocer intereses de ciudadanos comunes y personajes, tratar con los sudorosos y con los frescos, con ciudadanos balanceados y con trastornados, y a pesar de ese contacto deben permanecer ecuánimes al lado de la ley, los principios éticos y la realidad que demanda un Estado con grandes aspiraciones.
Desde luego las funciones de magistrado no solo se reducen a tareas jurisdiccionales, deben realizar trabajo administrativo para el Órgano Judicial y mantener una comunicación fluida y respetuosa con las demás instituciones del Estado, sin olvidar trabajar activamente por mejorar el funcionamiento del sistema en su conjunto.
Todas las asociaciones de abogados están en su derecho y en su deber de aportar propuestas, dignificar la abogacía, enriquecer y difundir el pensamiento jurídico, y contribuir a una responsable y sana administración de justicia. El Centro de Estudios Jurídicos ha planteado como ejes centrales del trabajo de sus candidatos a la Corte Suprema de Justicia la modernización del Órgano Judicial, desburocratizando gestiones, el combate a la retardación de justicia, rescatar y promover la Sección de Probidad de la CSJ, promover la Independencia Judicial, mejorar la confianza nacional e internacional en la CSJ, mejorar investigación de la actividad judicial, profesional y del ejercicio notarial, mayor acceso a la justicia, etcétera, y como eje transversal la transparencia y participación ciudadana.
En nuestra más reciente historia hemos encontrado magistrados y jueces capaces, transparentes e independientes; lo que demuestra que solo falta expandir ese ejemplo y reproducirlo hasta las entrañas, acumulando apoyos y esfuerzos.
Para cualquier comentario o inquietud, favor escribir a nuestra dirección: centrodeestudiosjuridicos@gmail.com, donde con gusto recibiremos sus correos.